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La conocida como Torre del Reloj de la iglesia fortificada de Biertan

Esta semana nos toca soñar y lo vamos a hacer con aquellos «viajes que nunca hicimos» en este atípico 2020. Itinerarios que llenaron las páginas de nuestro catálogo, allá por diciembre del año pasado, y que, a medida que iba avanzando la pandemia, fueron cayendo de nuestra agenda y pasando a engrosar esa lista de «pendientes».  Viajes llenos de ilusión, de experiencias y con muchísimo trabajo detrás por parte de nuestro equipo de expertos. Uno de esos viajes venía firmado por nuestro compañero Maximiliano Barrios y tenía como destino la Rumanía Medieval. En el artículo que os presentamos, Maxi nos descubre uno de los puntos fuertes de ese itinerario: las iglesias fortificadas de Transilvania. ¡Disfrutad de su lectura!

Rumania esconde todavía en algunas regiones de su enorme territorio rescoldos de la vieja Europa. Barrera durante el medievo frente a las hordas orientales, amenazados primero por los tártaros y más tarde por los turcos, su pueblo forjó una personalidad a caballo entre el carácter guerrero de los pueblos sajones y la espiritualidad de las influencias bizantinas. De entre sus regiones quizá la más conocida sea Transilvania, sus orígenes la emparentan con el imperio húngaro y el transcurrir de la historia la hizo rumana, pero por sus venas corre la sangre del crisol de culturas que habitaron este territorio.

Cultur Viajes_Maximiliano Barrios

Paisaje de Transilvania.

Transilvania ha sido asociada desde la lejanía a historias decimonónicas sobre castillos emergentes entre la bruma donde un solitario conde espera la noche ávido de sangre. La famosa novela de Bram Stoker, que dramatizó la leyenda de Vlad el Empalador, fue ampliamente versionada en el cine y se ha convertido con el paso de los años en un género en sí mismo. Los tópicos nos asaltan cada vez que oímos el nombre de esta región, aunque con verdadero rigor histórico ese protagonismo sería mejor asignarlo a Valaquia, Transilvania se ha convertido en pesadilla más que sueño de millones de aficionados al mito del vampirismo en todo el mundo.

El castillo de Bran. La leyenda afirma que era el verdadero refugio del Conde Drácula

Pero fuera de estas leyendas de la postmodernidad la región rumana atesora sugerentes atractivos que merecen una visita: densos bosques en el corazón de los Cárpatos, pintorescas ciudades, pueblos medievales, minas de sal con historia, gigantescos castillos, catedrales góticas… y lo que nos congrega aquí, las iglesias fortificadas.

Aunque Rumanía es mundialmente famosa por sus monasterios pintados de Bucovina no hay que olvidar estos otros espacios religiosos menos conocidos. Con más de 150 iglesias fortificadas, Transilvania supone la mayor concentración de este género en Europa, siete de ellas poseen el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1993

Propias de zonas de frontera, su historia se relaciona con las poblaciones sajonas de ascendencia alemana que se instalaron en este territorio en el siglo XII, ocuparon el sur de la región y tuvieron que lidiar con las continuas incursiones e intentos de invasión otomanos. Por este motivo tuvieron que proteger sus sociedades amurallando las ciudades, sin embargo, en las pequeñas comunidades campesinas con menos posibilidades bastó con fortalecer la iglesia, el edifico más señero y aquel donde guarecerse ante la amenaza turca, allí depositaban sus cosechas en almacenes preparados para tal uso y en suelo sagrado esperaban que remitiera la barbarie. Este entramado de pequeñas aldeas fortificadas en torno a una iglesia, que servía no sólo de refugio espiritual sino también de pequeña ínsula que abastecía a sus vecinos de todo lo necesario, ha otorgado una marcada personalidad al paisaje rural transilvano. Entre los vericuetos de sus pequeñas carreteras se asoman estos templos cargados de historia e historias y permiten trazar bonitos itinerarios donde disfrutar de las verdaderas esencias de la cultura rumana entre la paz y el sosiego de los lugares apartados y solitarios, si queremos bullicio lo encontraremos cerca, en las populosas y animadas calles de Brasov o en la coqueta y turística Sighișoara, ambas muy cerca de la mayoría de las iglesias fortificadas y buen sitio para establecer el “campamento base” si queremos conocer la zona.

 La ciudad de Brasov es un buen punto de partida para conocer el territorio

Haremos un repaso muy somero por algunas de estas iglesias a modo de pequeño aperitivo que despierte el hambre de un plato más suculento, pero para este otro banquete os invitamos a viajar hasta allí, preferiblemente en otoño o primavera cuando los campos dibujan sus lienzos más espectaculares, evitando la perpetua nieve del duro invierno y la canícula de un verano continental.

En la periferia de Brasov nos encontramos con la iglesia fortificada de Hărman, erigida en el siglo XIII por la Orden de los Caballeros Teutónicos, tras la invasión de los mongoles en 1240 fue refugio de los monjes cistercienses. Siete torres defensivas escoltan un espectacular campanario de 32 metros. Su interior guarda frescos de interés, no sólo en el interior de la iglesia sino también se puede encontrar un importante conjunto de pinturas en una capilla de la torre este, realizadas entre 1460 y 1470 son un notable ejemplo de mezcolanza entre la pintura occidental y la bizantina. En ellas se representa el Juicio Final junto a otras escenas marianas y la Crucifixión.

La fortificación que rodea la iglesia fue construida en el siglo XV, consiste en un triple anillo de muros concéntricos, el tercero que rodeaba el foso de agua ya no se conserva. Todas las torres se comunican por un paseo de ronda lo que permite una agradable visita con excelentes miradores a cada paso.

La iglesia fortificada de Hărman. Vista desde el patio interior. Foto: Monica (CC BY-SA 2.0)

Un poco más al este, muy cerquita de aquí, se encuentra la iglesia fortificada de Prejmer. Esta enorme fortaleza fue también obra de los caballeros teutónicos en la misma época para protegerse de las invasiones otomanas, su recinto podía albergar hasta 1800 almas. Su perímetro circular tiene 800 metros y prácticamente nunca fue tomado, aquí permanecían ocultos y a salvo del enemigo los habitantes de la aldea que sin embargo veían como sus casas allende la fortaleza eran continuamente saqueadas y arrasadas. En el interior poseían todo lo que necesitaban para resistir al enemigo; 200 habitaciones y diferentes espacios: escuelas, hospitales, talleres de diferentes gremios etc. En el centro como solía ser costumbre se ubicaba la iglesia.

La iglesia fortificada de Prejmer

En las inmediaciones de Sighișoara se encuentra la fortificada de Viscri, representa sin duda uno de los mejores ejemplos de cómo eran estas iglesias en el medievo, ya que su entorno parece prácticamente inalterado. Enclavada en un apartado pueblecito al que hasta hace poco sólo se podía llegar por una pista de tierra, es gracias a este aislamiento que preserva las verdaderas esencias de las aldeas de Transilvania.

La iglesia es románica del siglo XIII y a pesar de algunas transformaciones ha conservado mejor que el resto su estructura original. De su origen románico conserva en el interior cuatro capiteles románicos en el coro, uno de ellos utilizado hoy en día como pila bautismal. Fue fortificada en el siglo XV con torres, baluartes y dos murallas defensivas.

Entrada a la iglesia fortificada de Viscri

La última iglesia de este tipo construida en Transilvania fue la de Biertan, erigida entre los años 1486 y 1524 sobre una iglesia románica anterior. El templo cuenta con planta de tres naves que conserva un diseño cercano al original de estilo tardogótico  con algunos elementos renacentistas. La localidad tuvo relativa importancia hasta el surgimiento de la vecina Sighișoara y a partir de ahí entro en decadencia.

La iglesia fortificada está en las faldas de la colina, en el centro del pueblo, rodeada por dos muros defensivos circulares y protegida por varias torres. Una de ellas, la llamada Torre Católica, se transformó en capilla después de que la iglesia principal se volviera evangélica. En su interior todavía se pueden contemplar algunos frescos del siglo XV. Como anécdota curiosa esta torre fue utilizada como «prisión matrimonial» donde eran encerradas durante dos semanas las parejas que deseaban divorciarse, compartiendo cama, plato y cuchara, el objetivo era que una vez confinadas pensaran mejor su decisión de romper su matrimonio. Finalmente parece que durante los tres siglos que duró el obispado en Biertan sólo en una ocasión una pareja decidió divorciarse, la mayoría una vez reconciliados abandonaban su reclusión antes de tiempo.

Biertan. Frescos en el interior de una de las torres de Biertan. Foto: Daniel Tellman (CC BY-SA 2.0)

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