La Toscana vista por el cine
Por Maximiliano Barrios
La Toscana, la región embrionaria de Italia, agraciada por una naturaleza desbordante y sugerente es también escenario recurrente del séptimo arte. Principalmente buscada por cineastas extranjeros que utilizaban el tópico de sus paisajes o se aprovechaban de su exuberante patrimonio para lograr recreaciones históricas con “pedigrí”, se cuentan por decenas las películas que han sido rodadas aquí y han tenido alguno de sus pueblos, ciudades o campos como protagonistas. No es nuestro cometido hacer un pormenorizado inventario de todas ellas, pero si nos detendremos en algunas de las más conocidas entre el gran público y que han permitido que los de ya por si visitados parajes toscanos sean todavía más conocidos y buscados por el turismo internacional. A pesar de ello todavía quedan en esta región rincones para pasear y por explorar sin estar agobiados por la turba de viajeros que desembarcan cada año en estas tierras.
Viajar a la Toscana es una asignatura pendiente de todo el viajero que se precie, al menos una vez en la vida hay que intentar experimentar el Síndrome de Stendhal entre las beldades de Florencia. Como le ocurre a la detective Anna Manni (Asia Argento), protagonista de El Arte de Matar (1996), que sufre de esta especie de éxtasis cada vez que se enfrenta a la belleza de las obras de la Galería Uffizi u otros espacios florentinos y que la impide desarrollar su labor con normalidad en esta intriga psicológica, típico producto del director italiano Dario Argento.
Y sin salir de Florencia el afamado Hannibal Leccter, que nos sobrecogió con su sadismo en El silencio de los corderos, regresa a su ciudad amada en Hannibal (2001), allí contempla de nuevo la cúpula de Brunelleschi que pintó con su memoria prodigiosa en la película que abría la saga y utiliza otro de los emblemas de la ciudad, el Palazzo Vecchio, para cometer uno de sus horrendos crímenes.
En Una habitación con vistas (1985), la gran película de James Ivory, se magnifica el mito de la ciudad rememorando el «Gran Tour», esos viajes iniciáticos de la nobleza europea por lo más granado de la cultura grecolatina y que por supuesto tenía en Florencia una de sus destinos ineludibles, como así nos lo recordaba Sonia Sánchez Recio en uno de los últimos números de nuestra revista Patrimonio.
Fuera del ámbito urbano también hay espacios muy representados, muy cerca de Siena se encuentra la localidad italiana de Brolio donde se encuentra la villa escenario de la Belleza robada (1995), la película con la que Bernardo Bertolucci volvía a Italia después de quince años de ausencia. Cuenta la historia de amor entre una joven americana y un Jeremy Irons entrado en años rodeados de la agreste campiña toscana.
El paciente inglés (1996), basada en la novela de Michael Ondaatje y con nada menos que 9 Oscars a sus espaldas, recorre los campos e iglesias renacentistas de Pienza, Montepulciano y Versilia, lugares como el monasterio de Sant’Anna in Camprena y cuenta con una escena muy recordada como es el descubrimiento por parte de una impagable Juliette Binoche de los frescos de Piero della Francesca en la Basílica de San Francisco de Arezzo.
En Arezzo también se rueda otra oscarizada, La vida es bella (1997). Entre los vericuetos de sus calles nace el amor entre Roberto Benigni y Nicoletta Braschi luego truncado por la barbarie nazi.
El sueño de una noche de verano (1999), basada en la obra de teatro homónima de William Shakespeare y dirigida por Michael Hoffman, actualiza la historia a la Toscana de finales del siglo XIX donde entre los bosques y jardines de Montepulciano los cuatro amantes celebran la llegada de la noche de San Juan, cita sagrada donde todo puede ocurrir.
Montepulciano también será utilizada como lugar de rodaje de una entrega más de la saga Crepúsculo: Luna nueva (2009), cine de vampiros basado en la novela de Stephenie Meyer que situó su trama en la cercana Volterra, pero vio como el director del film cambiaba su localización ya que a su juicio la capital etrusca carecía de la fuerza de su vecina del sur. Así Montepulciano se transformó en nido de jóvenes ávidos de sangre, convirtiéndose en la película más taquillera de la historia de Estados Unidos en su primer día de proyección.
Pero si hay una estampa que caracteriza la Toscana y se convierte cada año en la fotografía más buscada por todos es la que como un turista más utiliza Ridley Scott en Gladiator (2000) para ambientar la villa de Máximo Décimo Meridio en Mérida. El camino que serpentea escoltado por cipreses bajo una atmósfera bucólica es fácil hallarlo en las inmediaciones de Val D´Orcia.
Otras películas llevan el mismo nombre de la región en su título Bajo el sol de la Toscana (2003) o En un rincón de la Toscana (2005).
La primera se rueda en la ciudad medieval de Cortona y alrededores, adaptación de la novela autobiográfica Under the Tuscan Sun de Frances Mayes, retoma el clásico tema del escritor, en este caso escritora, que busca en el campo superar un mal momento y termina encontrándose a sí mismo, todo ello acompañado de campos de girasoles, verdes colinas, avenidas de cipreses y un rico patrimonio histórico-artístico. Por su parte En un rincón de la Toscana también recurre al tema literario y así un joven aspirante a escritor y editor viaja a la Toscana para conseguir convencer al gran Harvey Keitel, un famoso escritor exiliado y retirado, de que vuelva a escribir de nuevo.
Estas y muchas más son las películas que cantan las excelencias de una región que ha sabido conservar y mantener un legado privilegiado y que el próximo mes de octubre visitarán nuestros viajeros de la mano de Cultur Viajes. Allí podremos no sólo reencontrarnos con algunos de los escenarios de estas películas, sino que también descubriremos nuevos rincones que guardar en este álbum de imágenes que regala este gran plató cinematográfico que es La Toscana.
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